ovnis

domingo, 2 de enero de 2011

El misterio de los Hombres de negro

LUGAR: EN TODO EL PLANETA
FECHA: DESDE LA APARICIÓN DE LOS "PLATILLOS VOLANTES" en 1947.
RESUMEN: Paralelamente a los primeros casos contemporáneos de "platillos volantes", aparecieron una serie de personajes
de identidad desconocida que se dedicaron a "secuestrar" toda evidencia OVNI incontestable (fragmentos, fotografias) y a intimidar a los testigos. ¿por que?
AUTORIDADES IMPLICADAS: Central Intelligence Agency (CIA), United States Air Force (USAF) y otras muchas.
Linz, Austria.
18 de Marzo de 1972.


Durante un viaje de Viena a Frankfurt, el capitán de aviación Alexander Raab volaba a bordo de un DC-9 de la Austrian Airlines. Justo al sobrevolar Linz, a seis mil metros de altura, su aparato fué adelantado por la izquierda por un artefacto volador cónico.
El centelleante objeto tenía forma de embudo -con la punta hacia abajo- y arrojaba haces de luz resplandecientes.
Raab y su copiloto Otto Herald pudieron ver el OVNI con toda claridad durante aproximadamente 20 minutos.
Poco tiempo después, ya en su domicilio, el teléfono sonó de improviso. Una voz desconocida, pero con claro acento norteamericano, le espetó a bocajarro: "We are investigating your case" ("estamos investigando su caso").
Inmediatamente, el capitán le preguntó que era lo que quería exactamente, a lo que la voz le respondió: "Sería contraproducente, tanto para usted como para nosotros, seguir hablando de este asunto".
¿Se referiría a su recientisima experiencia ufólogica?
De Alexander Raab, piloto desde 1939, podrá decirse lo que se quiera, pero una cosa es segura:
fantasear no es su debilidad. Su experiencia de vuelo y sus dotes de observación le convierten en un hombre absolutamente realista y cauto que no tiende a expresar opiniones espontáneas y evita todo cuanto pudiera parecer informal. Y es que ejemplos parecidos a su desagradable toma de contacto con una "voz fantasma" al otro lado del teléfono, son frecuentes entre testigos OVNI de alta credibilidad.


ESPACIO AÉREO DE MEXICO, D.F.
3 de Mayo de 1.975.


Carlos de Santos Montiel, un piloto deportivo mexicano, volaba en su Piper Pa-24 hacia Mexico D.F. cuando de pronto, el aparato empezó a ser zarandeado inexplicablemente.
Al mirar hacia sus alas, De los Santos descubrió dos objetos de color gris oscuro, de forma discoidal, y de unos diez o doce metros de diámetro, flotando sobre cada una de ellas.
Ambos OVNIs, a modo de escolta, le acompañaron durante un buen trecho en su vuelo.
Sin embargo, su asombro se convirtió en pánico cuando, súbitamente, surgió frente a su avión otro objeto que se dirigía vertiginosamente hacia él.
A pesar de que maniobró con rapidez, no pudo evitar un ligero roce de su aparato con el desconocido objeto volador. En efecto, el OVNI pasó rozando la parte inferior del avión e inesperadamente, los aparatos electrónicos de a bordo se trastornaron y nada pareció funcionar. En realidad, el Piper, fuiera de control, tendría que haberse precipitado al vacío.
Sin embargo, para asombro del piloto, el avión prosiguió su vuelo tranquilamente -a 190 kilometros por hora- como si nada hubiera pasado.
Semanas después, cuando el joven se dirigía a ser entrevistado frente a las cámaras de televisión con destacados investigadores del fenómeno OVNI, dos limusinas negras tipo Galaxia, le cortaron el paso y le obligaron a arrimarse al bordillo.
De su interior saltaron cuatro hombres corpulentos, de piel muy pálida y aspecto nórdico que, vestidos de negro y utilizando un español rápido, mecánico, casi hipnótico, le amenazaron: "Cuidado, jovencito. Si concede usted valor a su vida y a la de su familia, no hable a nadie de lo que vió".
Satisfechos con la intimidación, saltaron de nuevo a sus vehículos y segundos más tarde se habían perdido entre el tráfico.
La televisión se quedó esperando a su invitado.


UN MES DESPUÉS, MÉXICO D.F.
6 de la mañana.


De los Santos se dirigía esta vez a entrevistarse con J.A. Hynek -"el padre" de la moderna ufología científica-, que se alojaba en un hotel de Ciudad de Mexico, cerca de Mexicana de Aviación, donde trabajaba Carlos, cuando, estando subiendo las escaleras de la puerta principal del hotel, un hombre -cuya presencia no había observado antes- se interpuso de pronto en su camino.
El desconocido iba vestido de negro y el color de su tez era pálido. "Ya ha sido usted advertido una vez para que no hablara sobre su caso" -dijo entre dientes el hombre de rostro blanquecino, mirándole fijamente a los ojos-.
Luego continuó: "Se está creando problemas usted mismo y éstos pueden resultarle de lo más desagradables. ¿Por qué ha salido de su casa tan temprano? ¿Desde cuando trabaja tan de madrugada para la Mexicana de aviación?", dijo, forzando a Carlos a bajar un peldaño de la escalera del hotel. "Desaparezca de aquí a toda prisa y no vuelva nunca más", añadió.
Carlos se tomó muy en serio esta advertencia, y, sin mirar atrás ni una sola vez, regresó a su oficina.
Aquella mañana el doctor Hynek habría de esperar en vano a su huésped.
A partir de entonces aquellos "hombres de negro" dejaron en paz a Carlos de los Santos.


Relatos similares a estos parecen indicar que existe una organización supersecreta que persigue sistemáticamente la supresión de todo indicio de investigación seria del fenómeno OVNI.
Sus tentáculos parecen penetrar hasta las más altas esferas del Gobierno, aunque lo cierto es que nadie sabe quién rige esta organización clandestina de temibles y misteriosos agentes.
Unos hombres conocidos popularmente como LOS HOMBRES DE NEGRO (Men in Black o MIB, como los calificara en inglés el investigador John A. Keel) y llamados así porque ésa es su forma más común, aunque no exclusiva, de manifestarse.


Una de sus primeras apariciones en este siglo la sufrió el ufólogo norteamericano Albert K. Bender quien, en 1952, había fundado su "oficina internacional de platillos volantes" en Bridgeprt, Colorado.
Pese a la enorme popularidad que alcanzaron sus actividades, Bender tuvo que cerrar su revista un año después, tras ser boicoteada por presiones de los hombres de negro.
De hecho, en el último número de su revista, Bender apuntaba con precisión los motivos que le habían inducido a disolver su organización: "el secreto de los platillos volantes no es ya ningún secreto.
Su procedencia es conocida, pero cualquier información al respecto debe silenciarse por orden de las altas esferas. Nosotros teníamos la intención de exponer todo el asunto.
Pero dada la naturaleza de las informaciones obtenidas, tenemos que disculparnos por no hacerlo. Aconsejamos a todo aquel que se haya embarcado en la problemática de los platillos volantes que sea extremadamente prudente".

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